Budget apaisado Vimos en nuestro primer post, que el objetivo primordial de la Continuidad del Negocio no es otro que proteger a nuestra empresa ante posibles eventos e imprevistos que puedan poner en riesgo su supervivencia.

Proteger, en la real Academia de la Lengua, tiene las siguientes acepciones:

  • Amparar, favorecer, defender.
  • Resguardar a una persona, animal o cosa de un perjuicio o peligro, poniéndole algo encima, rodeándole, etc.

Parece muy evidente que si queremos resguardar algo tenemos que gastar dinero. Para ponernos un abrigo que nos proteja del frío, hay que comprar la prenda de abrigo. El granjero que cerca a sus animales para protegerlos, tiene que invertir en madera, herramientas y tiempo para levantar la valla.

En los negocios ocurre exactamente lo mismo, desde lo más simple a lo más complejo. Para “proteger a” y “protegernos de” nuestra instalación eléctrica instalamos automáticos y diferenciales. Para proteger los fondos de un banco se instalan cámaras acorazadas y se contratan empresas de seguridad para los traslados. Protegemos los distintos activos de nuestra empresa contratando pólizas de seguro. Todo esto nos parece muy lógico y evidente, sin embargo, es así con la Continuidad del Negocio?Chiste Dilbert presupuesto DRP

Parece que no, más bien está extendida la opinión de que invertir en la Continuidad de nuestro Negocio es tirar el dinero, refrendado por el hecho de que muy pocas empresas cuentan con un presupuesto específico con este fin, como se puede corroborar en el último Estudio sobre seguridad de la información y continuidad de negocio en las pymes españolas realizado por INCIBE:

Entre las razones que alega las entidades que no ha optado por definir una política o estrategia que permita mantener sus actividades de negocio, se encuentran fundamentalmente el considerar muy reducida la probabilidad de ocurrencia de una crisis o desastre (49,1%), no disponer de presupuesto suficiente (15,1%) o considerar que el coste de implantación supone un gasto innecesario (11,3%).

Esto contrasta con la percepción del 79,4% de las empresas, que consideran estar preparadas para afrontar una situación de desastre, crisis o contingencia.

Hacer un plan de continuidad de negocio es un gasto y requiere una inversión, como cualquier otro proyecto. Tendremos que dedicar recursos internos para hacer la evaluación de riesgos y el análisis de impacto. Tendremos que formar y entrenar a las personas que en nuestra compañía vayan a ser responsables de la ejecución del Plan de Recuperación para que estén preparadas llegado el caso. Muy probablemente tendremos que apoyarnos en especialistas externos en determinadas fases del proyecto para que nos ayuden a completarlo con éxito. Es posible también que los resultados de los Análisis de Riesgo y de Impacto (de los que hablaremos otro día) nos recomienden adoptar medidas preventivas y/o correctivas que supondrán una inversión.

En definitiva, tanto elaborar un Plan de Continuidad de Negocio, como luego mantenerlo con un modelo de Gestión de la Continuidad de Negocio, requiere, como cualquier otro proyecto de nuestro negocio, de un presupuesto, que debe estar aprobado por la alta dirección (protagonista fundamental una vez más).

Aunque efectivamente, inicialmente podemos pensar que el coste de la Continuidad de Negocio puede ser elevado, tenemos dos maneras de equilibrarlo:

Primero, definiendo claramente los objetivos y el alcance del Plan. Intentar cubrir todos los recursos y funciones del negocio ante todas las eventualidades posibles puede ser, si no imposible, excesivamente costoso, por lo que nuestro primer paso será definir qué activos/funciones quedarán contempladas por el Plan, y bajo qué escenarios.

Segundo, consiguiendo, mediante el Análisis de Impacto, identificar los distintos eventos que pueden impactar la continuidad de las operaciones y el impacto financiero, humano y sobre la reputación de la organización que estas interrupciones pueden tener. Si esta evaluación es cuantitativa, tendremos más claramente definida la oportunidad de tomar o no determinadas medidas. Si el coste de la implantación de una medida determinada, es mayor al impacto que esta puede producir en nuestro negocio, no tendrá sentido adoptarla. Pero este asunto, clave como puede intuirse, se tratará más a fondo en otro post en el que hablaremos sobre la eficiencia vs la eficacia.

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